Hay cosas que nunca desaparecerán,
están en la carne, hablan, están en la tierra. Montones de piedras
apiladas una a una con las manos del padre, del abuelo. Toda su
paciencia acumulada resistió a la lluvia, al horizonte, haciendo
pequeños montoncitos ante la noche para retener la luz de la luna, para
estar erguidos, para inventarse montañas y jugar con el trineo, y creer
que tocamos las estrellas. Se lo contaremos a nuestros hijos, les
diremos que fue duro, pero que nuestros padres fueron unos señores y que
heredamos eso de ellos: montones de piedras y el coraje para
levantarlas.
Hoy empieza todo. Dirigida por Bertrand Tavernier. 1999.
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