Nacido en Atlanta en el año 1929 - Asesinado en Memphis en el año 1968. Pastor baptista estadounidense, defensor de los derechos civiles. La larga lucha de los norteamericanos de raza negra por alcanzar la plenitud de derechos conoció desde 1955 una aceleración en cuyo liderazgo iba a destacar muy pronto el joven pastor Martin Luther King. Su acción no violenta, inspirada en el ejemplo de Gandhi, movilizó a una porción creciente de la comunidad afroamericana hasta culminar en el verano de 1963 en la histórica marcha sobre Washington, que congregó a 250.000 manifestantes.
Allí, al
pie del Lincoln Memorial, Martin Luther King pronunció el más célebre y
conmovedor de sus espléndidos discursos, conocido por la fórmula que encabezaba
la visión de un mundo justo: I have a dream (Tengo un sueño). Pese a las
detenciones y agresiones policiales o racistas, el movimiento por la igualdad
civil fue arrancando sentencias judiciales y decisiones legislativas contra la
segregación racial, y obtuvo el aval del premio Nobel de la Paz concedido a
King en 1964. Lamentablemente, un destino funesto parece arrastrar a los
apóstoles de la no violencia: al igual que su maestro Gandhi, Martin Luther
King cayó asesinado cuatro años después.
Biografía
Hijo de
un ministro baptista, Martin Luther King estudió teología en la Universidad de
Boston. Desde joven tomó conciencia de la situación de segregación social y
racial en que vivían los negros de su país, y en especial los de los estados
sureños. Convertido en pastor baptista, en 1954 se hizo cargo de una iglesia en
la ciudad de Montgomery, Alabama.
Muy
pronto dio muestras de su carisma y de su firme decisión de luchar por la
defensa de los derechos civiles con métodos pacíficos, inspirándose en la
figura de Mahatma Gandhi y en la teoría de la desobediencia civil de Henry
David Thoreau. En agosto de 1955 una humilde modista negra, Rosa Parks, fue
detenida y multada por sentarse en la sección reservada para blancos de un
autobús; King dirigió un masivo boicot de más de un año contra la segregación
en los autobuses municipales.
La fama
de Martin Luther King se extendió rápidamente por todo el país y enseguida
asumió la dirección del movimiento pacifista estadounidense, primero a través
de la Southern Cristian Leadership Conference y más tarde del Congress of
Racial Equality. Asimismo, como miembro de la Asociación para el Progreso de la
Gente de Color, abrió otro frente para lograr mejoras en sus condiciones de
vida.
En 1960
aprovechó una sentada espontánea de estudiantes negros en Birmingham, Alabama,
para iniciar una campaña de alcance nacional. En esta ocasión, Martin Luther
King fue encarcelado y posteriormente liberado por la intercesión de John
Fitgerald Kennedy, entonces candidato a la presidencia de Estados Unidos, pero
logró para los negros la igualdad de acceso a las bibliotecas, los comedores y
los estacionamientos.
En el
verano de 1963, su lucha alcanzó uno de sus momentos culminantes al encabezar
una gigantesca marcha sobre Washington en la que participaron unas 250.000
personas, ante las cuales pronunció el discurso hoy titulado I have a dream
(Tengo un sueño), una bellísima alocución en favor de la paz y la igualdad
entre los seres humanos. King y otros representantes de organizaciones
antirracistas fueron recibidos por el presidente Kennedy, quien se comprometió
a agilizar su política contra el segregacionismo en las escuelas y en la
cuestión del desempleo, que afectaba de modo especial a la comunidad negra.
No
obstante, ni las buenas intenciones del presidente, quien moriría asesinado
meses más tarde, ni el vigor ético del mensaje de Martin Luther King, premio
Nobel de la Paz en 1964, parecían suficientes para contener el avance de los
grupos nacionalistas de color contrarios a la integración y favorables a la
violencia, como Poder Negro, Panteras Negras y Musulmanes Negros. La
permeabilidad de los colectivos de color (sobre todo de los que vivían en los
guetos de Nueva York y de otros estados del norte) a la influencia de estos
grupos violentos ponía en peligro el núcleo del mensaje de King, el pacifismo.
En marzo
de 1965 encabezó una manifestación de miles de defensores de los derechos
civiles que recorrieron casi un centenar de kilómetros, desde Selma, donde se
habían producido actos de violencia racial, hasta Montgomery. La lucha de
Martin Luther King tuvo un final trágico: el 4 de abril de 1968 fue asesinado
en Memphis por James Earl Ray, un delincuente común de raza blanca. Mientras se
celebraban sus funerales en la iglesia Edenhaëser de Atlanta, una ola de
violencia se extendió por todo el país. Ray, detenido por la policía, se
reconoció autor del asesinato y fue condenado con pruebas circunstanciales.
Años más tarde se retractó de su declaración y, con el apoyo de la familia
King, pidió la reapertura del caso y la vista de un nuevo juicio.
Obra e
ideario
Martin
Luther King entendió como una condición esencial de la dignidad humana la
igualdad racial, la cual se hallaba por otra parte legitimada, en el plano
político, por los principios de la democracia norteamericana (de la cual
siempre se declaró partidario), y en el plano moral, por los principios
religiosos. En consecuencia, la acción destinada a la conquista de los propios
derechos no debía ser considerada jamás como subversiva ni revolucionaria. King
no proclamaba la violación de la ley, sino que sostenía que no pueden
obedecerse leyes injustas, porque éstas se oponen a la ley moral. Señalaba el
camino del amor en contraposición a la inactividad de los negros pasivos y al
odio exasperado de los nacionalistas. Y se dolía de no haber sido ayudado y comprendido
por la iglesia blanca.
En este
sentido, King adaptó y desarrolló el concepto de Gandhi de la no violencia, que
supo aplicar de forma creativa en una serie de campañas antisegregacionistas
que le convirtieron en el líder más prestigioso del movimiento americano para
los derechos civiles, le valieron la concesión en 1964 del premio Nobel de la
Paz y provocaron su asesinato a manos de un racista fanático en 1968. Tras su
fallecimiento, el movimiento negro estadounidense emprendió un camino más
abiertamente revolucionario y violento, alejado de la inspiración cristiana y
liberal de King, cuya memoria, a pesar de todo, sigue siendo venerada y amada
por las masas de desheredados de su raza.
El mismo
año del Nobel, el presidente Lyndon Johnson, sucesor de Kennedy tras el
magnicidio, promulgó la ley de derechos civiles, que consagraba la igualdad de
todos los ciudadanos. Según King, los negros tenían que abandonar su abstracta
neutralidad política para estrechar alianzas electorales y apoyar a los
candidatos dignos de confianza, porque "la influencia de los negros en el
poder político es importante". Solamente entonces se alcanzaría la
verdadera meta de la libertad, porque el destino de los negros está unido al de
toda América.
Sus
principios quedaron expresados, además de en la célebre Carta desde la prisión
de Birmingham (1963, publicada por la revista francesa Esprit en 1964), en
numerosas obras entre las que destacan La fuerza de amar (Strength to Love,
1965) y El clarín de la conciencia (The Trumpet of Conscience, 1968), en las
que a menudo su prosa, inspirada en la tradición bíblica del protestantismo
anglosajón, alcanza momentos de altísima emoción y humanidad.
Mención
aparte merece Por qué no podemos esperar (Why We Can't Wait, 1964), en la
medida en que la exposición de su credo político se alterna en esta obra con
una apasionada evocación de los hechos del verano de 1963 (vividos por el
propio autor como protagonista) de gran valor como testimonio histórico. El
libro es la historia de la liberación de un pueblo, obtenida mediante el empleo
de "un arma potente y justa... que corta sin herir y ennoblece al hombre que
la empuña": la no violencia.
I have a
dream
Pese al
valor de su obra escrita, ninguno de sus textos despertó la universal
admiración del más famoso de sus discursos: el que pronunció el 28 de agosto de
1963 ante los 250.000 integrantes de la marcha sobre Washington, al pie del
Monumento a Abraham Lincoln, el presidente que, un siglo antes, había abolido
la esclavitud: "Hace cien años, un gran americano, bajo cuya sombra
simbólica nos encontramos hoy, firmó la Proclamación de la Emancipación. Este
trascendental decreto apareció como un gran fanal de esperanza para millones de
esclavos que habían sido marcados con el fuego de una flagrante injusticia.
Llegó como el amanecer jubiloso de la larga noche de su cautividad. Pero cien
años después, la América de color sigue sin ser libre."
Considerado
una obra maestra de la oratoria, el nombre con que este discurso es conocido
procede de su parte central, en la que reiterando la fórmula I have a dream
(Tengo un sueño), Martin Luther King eleva a la condición de ideal la simple
materialización de la igualdad: "Sueño que mis cuatro hijos pequeños
vivirán algún día en una nación donde no se les juzgará por el color de su piel
sino por las cualidades de su carácter". Valioso tanto como condensada
expresión de sus principios como por su impresionante altura emotiva, su
vigencia sigue conmoviendo más de medio siglo después.
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